Un nuevo día comenzaba, y mi tía como siempre, me levantaba de lo más cariñosa... -¡¡Levántate vagaaa!!- -Esperaré paciente el día en que no puedas emitir ningún sonido, después de haberme gritado tanto durante tanto tiempo...- dije abriendo los ojos, y colocándome en pie de un salto. -Eres una vaga, ¡o buscas trabajo ahora mismo, o mañana sin falta estarás en la calle!- -Tía Sally, ya he encontrado un trabajo.- dije refiriéndome a mi puesto en exortanpire. -¡Por fin! Creo que nos vamos entendiendo...- susurró justo antes de cerrar la puerta. Esta familia... es cada vez más imposible convivir con ella, mi tío no hace nada, y ella no hace más que darme gritos todo el tiempo. -Creo que me iré de casa una temporada...- pensé en voz alta, dirigiéndome al baño para prepararme. En menos de una hora bajé a la calle, y me dirigí al edificio donde se encontraba la planta principal secreta de exortanpire. Debía consultar mi nuevo objetivo. -Nadine Silfh, oficial nº 248, exterminadora.- dijo Ralph con mucha paciencia. -Presente.- respondí. -Tu nueva misión consiste en informar a la central sobre los vampiros que aproximadamente pisan ahora la ciudad de Matanpire. Y por supuesto, acabar con todo aquel que te encuentres, informándonos de tal situación lo antes posible.- -Entendido.- Salí de allí con nuevos pensamientos, nuevos objetivos. La idea de matar vampiros no era mi fuerte, pero ya estaba acostumbrada... sí, esa era la palabra... después de trabajar en exortanpire durante casi 5 años... Salí del edificio, y sentí como todo se volvía negro. Los edificios parecían venírseme encima, y la gente parecía caminar en zig-zag... en realidad... era yo la que lo hacía. Tropecé con alguien enseguida, por mi forma atontada de caminar, no sabía qué me estaba ocurriendo, pero no me sentía nada bien. Miré al chico que me había dejado tirada en el suelo, y me ayudó a levantarme. Me disculpé, y antes de poder dar un paso, caí sobre él, desplomándome completamente. Entonces la persona que me tiró al suelo y me recogió, me miró a los ojos, y yo sentí un tremendo escalofrío que recorrió todo mi cuerpo...Me sentí extraña, como si mi alma quisiera salir de mi cuerpo y echar a volar, y a la vez como si mil espadas atravesaran mi cuerpo a la vez... No podía mantenerme, no pude evitar quedar muy cerca de él. Le miré fijamente a los ojos, y volví a estremecerme. -Perdone... no me siento muy bien...- comencé a decirle, aferrándome a él para evitar caerme de nuevo. -Tranquila, no pasa nada... - dijo el hombre al que me aferré. -Necesito... descansar...- susurré aún viéndolo todo negro. Entonces me desplomé en sus brazos, y todo oscureció. Al cabo de un tiempo desperté, y no sabía donde estaba. Era un cuarto en el que había 2 estanterías repletas de libros, una mesa y la cama donde yo estaba. Entonces me levanté con los ojos entrecerrados, y al ponerme en pie empecé a marearme y me volví a acostar... Y, de repente, miré hacia la puerta de la habitación donde me encontraba y allí estaba él, apoyado en el quicio de la puerta, mirándome. Le miré un poco cortada, no recordaba cómo había llegado allí y su cara no me resultaba conocida... -Ehmm... perdona... ¿dónde... estoy?- pregunté un poco nerviosa. -Estás en mi casa - Respondió el con un tono cortante. Parecía molesto, supongo que por mí, al haberme tenido que traer a su hogar. Y es que el hombre no tenía pinta de ser muy amigable, pero yo le notaba algo extraño. Después de todo, creo que si no hubiera sido por él, ahora estaría tirada en la calle. -Siento haberte causado tantas molestias... no sé que me pasó.- dije incorporándome, llevándome una mano a la cabeza, que había comenzado a dolerme mucho. Al llevarme la mano en la cabeza no deje de mirarle a la cara con disimulo, ya que notaba algo en él que me hacía sentir bien... Me fijé que al notar él que supuestamente yo no miraba, su mirada cambió radicalmente y dijo: -Aquí tengo unas pastillas que van bien para el malestar general, si usted quiere... – -No se preocupe, muchas gracias, yo ya me voy...- comenté levantándome. Cuando llegué a la puerta, me quedé quieta mirándole, y un dolor punzante, me obligó a sujetarme de la pared, para evitar una nueva caída. El misterioso hombre me agarró con delicadeza pero eficazmente no dejándome caer al suelo. Nuestras miradas se volvieron a cruzar, y el mismo escalofrío sustituyó al dolor que acababa de sentir hace un momento... No sabía qué decir, pero aquel silencio me incomodaba, así que dije la primera estupidez que se cruzó por mi cabeza. -Necesito... ir al lavabo- Me soltó entonces, pero no se separaba de mí. Notaba su mirada clavada en mi mientras caminaba hacia fuera de la habitación, y entonces sentí sus calientes manos en mi cintura, y me asusté. -Tranquilícese, no le haré daño, sólo voy a guiarla al servicio. Estaba tan... nerviosa que no podía evitar respirar agitadamente, y mirar hacia todas partes. Me encontraba en un lugar desconocido, con un... chico extraño, con una mirada también extraña... Cuando por fin llegamos al lavabo, me soltó y entré en él, me giré, y cerré la puerta sin mirarle. Tenía ganas de quedarme allí para siempre, si volvía a salir, no sabía cómo podía volver a reaccionar, o qué otras tonterías se me ocurrirían hacer o decir... Al cabo de unos minutos, un rico olor llegó hasta allí. Abrí la puerta, y me dirigí hacia el lugar de donde provenía; la cocina. Y allí estaba él. -Hola de nuevo - Me dijo él con una sonrisa. Yo me ruboricé cuando vi que me sonreía, y al parecer él lo notó, porque dejó de sonreír y miró hacia la cazuela. Había una especie de mezcla de carne, pollo y algunas legumbres. -Hola - Respondí. - ¿P...Puedo saber que cocina usted? - Le pregunté nerviosa. -Claro, es ropa vieja. Respondió mirándome. No pude evitar soltar una pequeña risa, pero la contuve en cuanto el volvió a mirarme. -Perdona... ni siquiera me he presentado, me llamo Nadine Silfh- dije acercándome. Él se quedó como paralizado mirando a la cazuela, y al cabo de unos segundos dijo: -Me llamo Serus. Serus Reed.- -Encantada serus, pareces ser buen cocinero.- dije cerrando los ojos y disfrutando de aquel agradable olor. De repente, rugieron mis tripas, en ese momento quise hacer un agujero y enterrarme, jamás había pasado tanta vergüenza con alguien en un solo día, y mucho menos con un desconocido. Él se río. No pensaba que él se podía reír así, y menos pareciendo tan mono...Entonces me dije a mi misma que no podía pensar así de alguien que ni conocía. -Será mejor que me vaya, creo que ya me encuentro bastante mejor...- dije sonriéndole. -Si usted quiere, puede quedarse y comer algo, después de todo, hice comida para usted, porque me imaginaba que tendría hambre, ya que se ha pasado casi un día completo durmiendo- Dijo él extrañado. Yo me extrañé aún más cuando miré mi reloj. Efectivamente habían pasado casi dos días... -¡¿UN DÍA?!- grité histérica. –No puede ser... me echarán de casa... del trabajo... ¡de todas partes!- Él se quedó sorprendido. -Del trabajo lo imagino, pero... ¿De casa?- Me senté en una silla cercana y clavé la mirada en el suelo. -Sí... mi tía me odia... esta será la excusa perfecta para echarme de casa...- dije con un tono de voz apagado. -Así que vives con tu tía... ¿Y tus padres? - Inquirió. -Murieron... ellos les mataron...- susurré casi sin darme cuenta. -Vaya, lo siento - Dijo con pesar. - ¿Quienes son ellos?- -Aquellos contra los que lucho cada día... ellos son la raza que más odio... los vampiros...- dije al fin. -Vaya, que casualidad - Susurró. Entonces se dio la vuelta sin decir nada y sirvió en un par de platos la ropa vieja. Me ofreció uno de ellos, y yo, agradeciéndoselo, empecé a engullirla, estaba buenísima. Él me observaba sin comer, pero no tenía tiempo para extrañarme, estaba muerta de hambre. Cuando terminé, se lo agradecí, y me empezó a entrar sueño, hasta que me caí de la silla, y él me cogió antes de llegar al suelo. Al cabo de unas horas desperté en la misma cama, pero esta vez no me podía mover. Estaba atada de pies y manos a la cama. Entonces vi como estaba ahí, esta vez sentado enfrente de mi, mirándome. Sólo pude mirarle con odio y gritarle. -¡¡Desátame!!- -No me mires así, no busco nada tuyo, ni dinero ni sexo ni nada. - Dijo francamente. - Si te he atado - Continuó - es por mi propia seguridad. -No sé de que me estás...- Entonces me di cuenta. -Sí, dijo él. Soy un vampiro.- Abrí los ojos con fuerza, y le miré ahora con más odio. En aquella situación no podía hacer nada. -Tsk...- gruñí. –Entonces... ¿piensas tenerme así para siempre?- pregunté curiosa, ahora más calmada. Él me miró con ternura y me dijo: -Es obvio que no, pero no te soltaré hasta que esté seguro de que pienses que yo no maté a tus padres, y que por lo tanto no todos los vampiros son iguales. Lo siento por ti, pero es lo que hay - Entonces se dio la vuelta y cogió un plato de filetes, y sonriendo, me dijo: -¿Quieres uno? Yo te lo partiré y te lo daré.- Giré la cabeza hacia otro lado, y cerré los ojos. -Hasta que no me desates, no comeré nada, haré huelga de hambre.- bromeé, aunque se lo había dicho con un tono bastante serio. Entonces él me miró malhumorado. -Muy bien, muy bien, te salvo de estar tirada en la calle, te doy cobijo en mi casa, te doy de comer, y tu me lo agradeces de esta manera, no sabía que fueras tan maleducada, la verdad es que no te imaginaba de esta manera - Dijo mientras se iba de la habitación. -Eres cruel... como todos ellos...- musité, lo suficientemente alto para que me escuchara. –Me estás demostrando que no existe diferencia alguna entre tú y los demás.- -Y tú me estás demostrando que todos los humanos sois iguales con nosotros. Es más, sólo te he ofrecido comida, y creo que después de conocer por qué matas vampiros, no me has dejado otra opción que dejarte así. Cuando te tranquilices un poco y quieras comer, me llamas, estaré en la sala. - Dicho esto, cogió un par de libros y se fue. Yo suspiré, no tenía otra opción que estar ahí, tumbada, esperando que él me desatara... Cuando estuve segura de que él se encontraba lo suficientemente lejos, intenté desatarme infinitas veces, sin éxito, estaba demasiado bien atada. No me quedaba otra opción... -¡¡Ey!! ¡Serus!- chillé. Serus se levantó y fue corriendo a la habitación donde estaba ella. -¿Ya te has calmado?- Preguntó. -Si... ahora por favor, quítame estas ataduras... me hacen daño...- mentí. -¿Pero has entendido que yo no te he hecho nada?- Preguntó una vez más. -Sí... he comprendido que tienes razón... tú no tienes la culpa de nada...- fingí intentando parecer apenada con mi actitud. -Lo siento, no te creo. Tendrás que estar así al menos durante algún tiempo. Lo siento, pero no busco problemas. Aún así - Dijo mientras se acercaba a ella lentamente - que no busque problemas no significa que no los haya tenido, y mucho menos que no sepa defenderme - Y después de esto, se sentó en la silla y dijo: -Para ser una humana, eres bastante...- Y antes de decirlo, se calló. -¿... bastante....?- dije animándole a terminar la frase, un poco molesta. Parecía un poco incómodo, como si no hubiera querido decir esa frase nunca. -Digamos que se me fue la cabeza.- Dijo mientras miraba hacia otro lado. -Cobarde...- farfullé. –Debería darte vergüenza tenerme aquí, así, sin dejar siquiera que pueda defenderme, con la excusa de “no querer problemas”.- gruñí aún más molesta que antes. No habló. Sólo me observaba con una mirada que a mi me incomodaba. La verdad es que era...Raro. No sabía cómo describir lo que estaba sintiendo por su culpa. Me parecía extraño, eso era lo que pensaba. -¿Quieres hablar de algo, o vas a seguir así eternamente?- Preguntó. -Yo no hablo con vampiros, sólo los mato cuando tengo la oportunidad.- dije, todavía cabreada. Entonces él bajó la mirada, y empezó a hablar. -A mis padres los mataron unos humanos cuando yo tenía 14 años, y desde entonces, vivo solo, aquí, repudiado por vuestra culpa. ¿Significa eso, según tu criterio y tu moral, que debería estar descuartizando tu cuerpo ahora mismo, ya que tengo la oportunidad?- Dijo él, disimulando su tristeza. Sus palabras me hirieron, por primera vez tuve un sentimiento bueno hacia un vampiro... compasión... tristeza... pena. Su situación era igual a la mía... y él ahora podría matarme si quisiera, y no lo ha hecho... -Entonces debes odiar a los humanos, igual que y odio a los vampiros.- murmuré. -Pues la verdad es que, obviamente, no me caen bien que digamos. Pero tú me has caído bien, y eres humana... Sé que no todos sois iguales, y he sentido en ti algo que no he sentido en ningún otro. Después de todo, sabiendo que eras humana, te recogí en la calle y te traje a mi casa. No creas que fue fácil para mí, pero no te podía dejar sola ahí...No a ti.- Dijo mientras me miraba. No conseguía entenderle... parecía intentar decirme algo... pero no lograba adivinar de qué se trataba, sólo podía corresponder a su mirada... pero pronto me vi obligada a desviarla, pues sin saber por qué, cuando me mirada de aquella forma, hacía que me estremeciera. Sabía que él lo había notado, así que intenté no volver a mirarle. No podía. -Por favor... quítame esto... te prometo que no haré nada, sólo quiero... irme.- Entonces se levantó, y lentamente se empezó a acercar a mi. Sentía cada vez más su aura, cada vez más cerca de mí...Se agachó, y puso su cara justo enfrente de la mía, tanto que podía sentir su aliento, que no me desagradaba demasiado...Normalmente odiaba todo lo que estuviera relacionado con vampiros...Pero su aliento, su atractivo...Empecé a descubrir que no lo odiaba tanto como yo creía hacerlo desde que me dijo que era un vampiro. -Dime, ¿qué sientes ahora?- Me susurró él, intrigado. Volví a estremecerme, no sabía cómo reaccionar... estaba tan... cerca de mi. Me quedé en silencio, sin saber qué decir o hacer, completamente inmóvil. -Se-serus...- conseguí articular finalmente. Serus se acercó mas a mí y yo no podía aguantar más...Tenía la respiración agitada...Yo odiaba a los vampiros, y tenía uno tan cerca...Y no sabía qué hacer, cómo reaccionar... Normalmente habría arremetido contra él, aún atada, con la cabeza, pero no podía...Seguro que mis padres estarían revolviéndose sobre su tumba... Entonces apoyó su frente contra la mía, y no apartaba su mirada de mí...Esa mirada que me hacía sentir algo que no sabía describir...Y me dijo: -¿No sientes nada?- Cerré los ojos, fue lo único que se me ocurrió, creo que los cerré sin darme cuenta, Serus estaba demasiado cerca, no podía soportar aquella mirada, él era... un vampiro... no podía olvidarlo... no podía negarlo... era... uno de ellos... -Serus... por favor...déjame ir- dije sin abrir los ojos, para evitar un encuentro con los suyos. -No quiero...Todavía no estoy convencido de que no me vayas a hacer nada, lo siento, pero no te puedo dejar ir...No ahora...- Y, sin más dilación, Serus me besó apasionadamente.
*OUT*Muchisimas gracias a Serus por rolear!!!! tkmmmmm!!! wapoooo!! *-* bienvenido al rpg!!! *OUT*