Snake
maldijo la ciudad a las
12:22 a. m.
10.10.08
Había pasado algún tiempo desde el incidente en el Hot Melody, en el que intenté investigar sobre el tipo que nos había atacado. Sólo conocía su arma, una pistola anti-vampiros. Pero se no conocía más sobre él, en absoluto.
Acababa de terminar las clases de aquel día y me disponía a marcharme, mientras que por uno de los pasillos apareció alguien que no esperaba. Ceres. Sus ojos estaban clavados en mi, pero no se transformó. Comenzó a andar, poco a poco y yo también retomé el paso. Cada vez estábamos más cerca, y más, y más. Cuando llegó a mi lado, se detuvo por lo que yo también lo hice y la miré. Ella continuaba con sus ojos fijos en el frente.
-Me has decepcionado, Johann.-Dijo, en voz baja y tranquila.-Pensaba que lucharías en contra de los vampiros. Pero veo que has cambiado de opinión tan pronto.
Noté que se me secaba la garganta y su mirada se volvió más intensiva.
Luego giró su cabeza hasta mirarme y continuó seria. Noté que la herida en la que Elisabeth había provocado al clavarme los colmillos dolía aún más. De pronto, noté unos dedos fríos rozar esa zona. Era Ceres la que me tocaba.
-Sólo… me has decepcionado. Sigue siendo un perro de esa vampira, ya no queda otra cosa… eres… un esclavo de ella.
Apartó con delicadeza su mano de mi y continuó su camino. Observé como se marchaba y luego giré mi cabeza, hacia donde me dirigía. Decepcionada. Está decepcionada. Me llevé la mano derecha a la cara mientras continuaba andando. El dolor de la herida no hacía otra cosa que intensificarse, pero debía aguantar. Quizá eso sólo reflejaba mi dependencia de Elisabeth.
Al llegar a casa, aún era de día por lo que me tendí en el sofá dejándome caer. El dolor continuaba aumentando, cada vez más. Parecía estar pidiéndome que fuera a buscarla y, aunque aquello no podía compararse con la sed de los vampiros recién convertidos, dolía.
Finalmente me quedé dormido. Cuando desperté, tenía una sensación extraña y por alguna razón estaba de mal humor. El dolor de las heridas era leve. Por el enfado, acabé marchándome de aquel lugar. Perro. Me había llamado perro. ¡Ceres me había llamado perro! Y en aquel momento, mientras andaba, sí que me enfadé por sus palabras.
Continué andando, cuando oí un grito. Caminé mas de prisa y vi a una mujer, sobre un muchacho. Ella era vampira y él… creo que estaba apunto de serlo. El chico no paraba de gritar, histérico.
Sin embargo, la vampira reaccionó a mi presencia y me miró con los ojos brillantes por la lujuria y la diversión. Se separó del muchacho, inconsciente y se quedó delante de mi, sonriendo.
-Deberías quedarte junto a tu amo.-comentó.- Los seres como tú sois demasiado dependientes, unos pobres infelices.
Ella me siente ahora mismo más como “vampiro recién transformado” que como mutante. Esto va mal. Si sigue así, yo… Aún así, sonreí provocadoramente y espeté:
-Verás…. No puedo dejar que una furcia como tú le destroce la vida a ese chico.
-¿hum? ¿Quieres evitarle el sufrimiento que pasaste?
-Yo no sufrí.-contesté.- Pero sí, quiero evitarle sufrimiento. Una vida como un esclavo tuyo no merece la pena.
-Es divertido tener una mascota humana.
Reí y cuando ella iba a atacarme, mis cadenas ya la habían atravesado. Sonreí aún más y luego me giré, para marcharme. No soy ningún perro, Ceres. ¿Lo ves? No lo soy. Simplemente Elisabeth me mordió y tengo adicción de ella. Pero… no, no estoy a favor de los vampiros.
Pero a medida que iba caminando sin rumbo, no me di cuenta hacia donde me estaba dirigiendo realmente. Hacía mucho tiempo que no veía a Elisabeth, desde el incidente. Ella estaba ocupada y yo también. Pero de pronto, acabé frente la puerta de su casa. Entrecerré los ojos y me llevé la mano derecha al rostro, mientras giraba la cabeza.
Ceres tiene razón.
Retrocedí, para marcharme. Pero entonces la puerta comenzó a abrirse y levanté un poco la mirada.
-¿Johann?-Dijo Elisabeth mirandome sorprendida.
-hm...-musité, luego sonreí sólo un poco.- Eso parece.
-¿Que haces aquí? no te esperaba.
-Salí a dar un paseo y acabé sin darme cuenta aquí.-Respondí, luego desvié mi mirada.- Pero ya me iba.
Un asomo de culpa se reflejó en los ojos de la vampira.
-Bueno entonces.. te dejo que te marches.
Me giré sólo un poco, pero de pronto entrecerré los ojos y la volví a mirar. Le sonreí y pregunté:
-¿Estás bien?
Ella sonrió ampliamente.
-Claro.-mentía, claramente podia verlo.
-Elisabeth...-murmuré, con tono de reprimenda.
Ella agachó al cabeza.
-Solo estoy algo preocupada eso es todo. Buenas noches Johann.-dijo empezando a cerrar la puerta.
-¿Preocupada?-pregunté, de pronto estaba junto a la puerta y deteniéndola para que no la cerrase.
-No es asunto tuyo.-Ese día Elisabeth estaba muy esquiva.
-Que no es...-mascullé, clavé mis ojos en ella sin dejarla cerrar al puerta aún.- ¿Qué diablos te pasa?
-Tenemos que dejar de vernos Johann.-musitó ella sin mirarme.
-¿Por qué?-espeté.
-Porque sí.
-Pues yo no lo creo.-respondí, mi respiración cada vez estaba más y más agitada, aunque la estaba controlando. Tenía a Elisabeth muy cerca, sólo con mover un poco un brazo...
-Márchate, Johann. Vas a despertar a Alda.
-No puedo.-murmuré, sin darme cuenta de pronto acaricié su rostro mientras la miraba.
Ella se separó de mí y dio un par de pasos hacia atrás.
-Sí que puedes, eso de los esclavos es una estupidez, sólo te haces dependiente de mi si yo lo deseo y puesto que no es así eres libre.
-Eso da igual.-respondí, agachando la cabeza y mirándola de reojo.
-¿Como que da igual?
-ya lo soy.-respondí, quería acercarme a ella y... ... no, debía controlarme un poco.- Pero como sea, no me quiero Separar de ti.
-Imposible... yo nunca he ejercido mis poderes sobre tí.-Dijo firmemente volviendo a dar un paso hacia atrás.-Además tú odias a los vampiros.
-Da igual.-farfullé, acercándome. No podía controlar mis movimientos.
Ella retrocedió a medida que yo avanzaba, hasta que quedó justo contra una pared y yo delante. La miré fijamente, mientras mi respiración continuaba siendo frenética. Entrecerré los ojos, contemplándola.
-Márchate...-repitió.
-No quieres en realidad que me vaya...-musité, mientras extendía mi brazo derecho y acariciaba su rostro.
-Johann estas asustándome.. ¿Qué... qué te ocurre?-dijo ella clavando sus ojos en los míos.
-No lo sé.-respondí, luego ladeé un poco la cabeza mientras continuaba acariciándola.- Pero tenía muchas ganas de verte.
-No tienes ganas de verme, lo necesitas por el vínculo...-ella agachó la cabeza.-La única forma de que esto pase es que no nos veamos, poco a poco la necesidad de verme irá menguando hasta que desaparezca por completo.
-No es por el vínculo.-Gruñí, apoyando ligeramente mi frente en la suya, haciendo que levantase la cabeza de esa manera.- Sólo... quiero verte. No es difícil de entender.
Tomé una de sus manos con aquella que tenía libre y entrelacé mis dedos con los suyos. Muy ansioso. Estaba muy ansioso. No era capaz de controlar mi respiración, ni siquiera a mi mismo. Estaba perdiendo la cordura y ya no era "yo". Quizá el ser mordido por un vampiro para un mutante es muy diferente que para un humano.
-Basta Johann...
-¿De verdad quieres que pare?-musité, muy cerca de su oído.
-S...si...
-hmmm...-susurré, pero a pesar de sus palabras la besé mientras tomaba con fuerza su mano.
Ella al principió también me besó pero al final se apartó de mi.
-Johann tú no eres así... márchate por favor.
-No hagas que me vaya.-Dije, en voz baja mientras aún la tomaba de la mano.- Yo... te lo he dicho ya...
-¿El que?
-Que te amo.
Elisabeth se me quedó mirando y luego bajó la mirada.
-No es cierto.. un mutante no puede amar a una vampira.
-Claro que puede.-la tomé por la barbilla y la hice mirarme.- Te amo.
-No me rompas el corazón Johann...-una lágrima recorrió su mejilla.
-nunca podría hacer algo así.
La miré fijamente, observando cada uno de sus rasgos mientras con un dedo quitaba aquella lágrima. Elisabeth era... Elisabeth se había convertido en alguien muy importante para mi en muy poco tiempo, a pesar de todo. Y no por el vinculo precisamente, eso era secundario. Elisabeth era.... ¿para mi?
-Johann yo...-Elisabeth me miró y luego se acercó para besarme, pero se paró a escasos milímetros.
-Dime.-murmuré, con voz entrecortada. Estaba muy cerca y ansiaba terminar con la distancia que nos Separaba, pero me reprimí.
-Yo.. hacia mucho tiempo que no sentía esto por nadie... y la última vez que lo sentí salí muy mal parada...-dijo ella muy despacio.
-Eso no ocurrirá otra vez.-musité, mirando sus labios sin embargo luego alcé los ojos hasta mirarla a los suyos.
-¿lo.. prometes?
-Claro...-respondí, no pude aguantarme más y la besé, mientras la atraía hacia mi cuerpo.
Ella también me besó, muy despacio pero abrazándome con fuerza.
No quería Separarme de ella, definitivamente podía estar besándola durante horas sin apartarme. Pero Elisabeth, con la respiración bastante agitada me hizo Separar unos milímetros. Sus ojos brillaban especialmente aquella noche.
-Esto no esta bien...-murmuró mirándome.-¿Como puedes amarme con lo que te he echo?
-¿Lo que me has hecho?
-Morderte... dañarte... someter a uno de tus alumnos.-dijo mirándome.
-Eso ya da igual...
Ella me abrazó con fuerza hundiendo la cabeza en mi pecho. La rodeé con mis brazos mientras la miraba atentamente. Yo estaba extraño, lo sabía. Pero Elisabeth aún más. Nunca la había visto así, pero en cierta manera me agradaba tenerla de aquella manera entre mis brazos. Acaricié suavemente su cabello, mientras podía oler su aroma. Era imposible que lo llegase a confundir algún día. Porque ella era única.
-Elisabeth....-susurré.
Ella no dijo nada, se limitó a mirarme esperando a que siguiese hablando.
-Quiero que cuentes conmigo.-dije, tras un rato en silencio, mirándola.
-No puedes meterte en mis problemas Johann, hay cosas que tengo que solucionar yo sola.-dijo mirándome muy seria.
-lo sé pero...-suavemente, volví a besarla esta vez de una manera un poco más calmada.- ... yo sé cuando no estás bien y me gustaría ayudarte, aunque fuese sólo un poco. Porque me preocupas...
-Estaré bien, te lo prometo.-Ella me dio un muy leve beso en los labios.-Si me veo en serios apuros y necesito tu ayuda tenlo haré saber, de verdsad.
-... Si siento que estás mal, entonces...-mascullé, acaricié su rostro.- iré a donde estés. Si no quieres que me meta, no me meteré. Pero... ... ...
En ese momento sentí algo que no había sentido antes, agaché la cabeza mientras mi mano continuaba en su cara. ¿Hambre? ¿Yo tenía hambre? ... ¿"esa" hambre? Cerré fuertemente los ojos y mantuve una sonrisa en mi rostro, para que ella no se preocupase. La abracé, disimuladamente para que no pudiese ver mi cara.
Sin embargo y pese a mis esfuerzos ella me apartó y agarrándome de los hombros me miró el rostro con el ceño fruncido.
-¿Que te ocurre?
No pude hacer otra cosa que sonreír y luego dejé caer la cabeza, mientras el cabello me tapaba un poco el rostro. Hambre. Sangre. Comida. SU sangre. Retrocedí lentamente, mientras tenía los ojos casi cerrados. Ella me cogió para que no me apartara y cuando la miré vi que sonreía.
-Entiendo.. no te preocupes...-en ese momento se apartó el pelo dejando al descubierto su cuello.
-No...-me negué, aún sin verla del todo.
-Vamos.. si no lo haces será peor... muérdeme.
-No debo.-murmuré.
-Tienes que saciarte Johann.. si no entraras en un estado de ansiedad incontrolable y entonce spodrias hacerle daño a gente inocente.-dijo muy seria, luego ladeo la cabeza.-Vamos muérdeme.
Me noté temblar y de pronto pude ver con claridad su delicado cuello. No, no debo. Pero... ¡NO, NO DEBO!... Su sangre es para mi... es como... ... De pronto, ya estaba bebiendo y la sujetaba fuertemente hacia mi, mientras ella tenía los ojos entrecerrados. Cada vez bebía más y más, cada vez tenía más y más sed. No se muy bien cuanto tiempo paso, pero me Separé y ella estaba casi inmovil. Me arrepentí de haberla mordido, me arrepentí por completo.
-Elisabeth...-musité.
Sus piernas flaquearon y tuve que agarrarla para que no se cayera al suelo. Ella por su parte apoyó una mano en la pared y me miró, estaba pálida, pero sonreía.
-Estoy bien tranquilo.
-No vuelvas a ofrecerte.-mascullé, mientras la sujetaba. La tomé en brazos y decidí llevarla a su habitación, para que descanse. Así pues, comencé a andar.
Ella me miró y con un dedo de su mano me limpió un hilillo de su sangre que resbalaba por la comisura de mis labios y se lo llevo a la boca, luego puso cara de asco.
-Ecs que mal sabor tiene mi sangre.
-Realmente está deliciosa.-comenté sin darme cuenta, mirando a otro lado mientras la llevaba.
Elisabeth rió, no podía creer que aquello le pareciese divertido.
-Supongo que depende de quien la pruebe.
Cuando llegamos a su cuarto, la recosté sobre la cama. Antes de erguirme, la miré levemente por unos segundos, luego me puse recto mientras la observaba y decía:
-debes descansar.
Ella me cogió de la muñeca y tiró de mi hasta hacerme quedar sentado en la cama.
-Quédate un rato conmigo Johann
-Claro.-asentí, me di cuenta entonces de que ya estaba "más tranquilo".
Elisabet me abrazó con fuerza y me besó.
-Te amo.-murmuró en mi oido.
Permanecí quieto, aferrándola a mi. Deseaba oirla decir esas palabras, realmente lo deseaba. No sé muy bien cuanto tiempo la estreché entre mis brazos, pero cuando la solté me di cuenta de que se había quedado dormida. Sonreí y aparté un mechón de pelo de su rostro, luego permanecí quieto, sentado a su lado.
Out: Thanks Eli xD
Johann
maldijo la ciudad a las
12:52 a. m.
6.10.08
Estúpido Kurt...
“Verás preciosa... creo que deberías acudir a la reunión de hoy, a las 8.00 p.m. en el edificio Speil, 2º planta, tercera puerta a la izquierda. Una vez llegues ahí, verás por dónde tienes que meterte, si eres lista...”
¿Pero qué se ha creído ese estúpido para hablarme así? Gilipollas...
Maldito día...
Salí de mi piso de madrugada, no tenía ganas de pasarme toda la noche allí, sentía la necesidad de hacer algo divertido, el día no podía terminar así.
Me paseé por las calles por las que solía caminar, y vi varios callejones ocupados por algunos de ellos... de repente me detuve delante de un portal. Podía sentirle... él... hacía ya tanto tiempo...
Me colé por su ventana, que estaba entreabierta, y me pegué a la pared, alguien se acercaba.
Le vi, pude ver cómo se adentraba en la habitación en la que yo estaba. Muy alto, cuerpo fuerte, cabello plateado. Entró con una mano en su cuello, en medio de la oscuridad, y por un momento creí que no me había sentido.
Permanecí inmóvil, mirándole. Me sentía extraña, ya no tenía la misma sensación de hacía años... él era distinto, pero seguía atrayéndome de la misma manera.
Me di cuenta entonces de que era incapaz de moverse, me miraba fijamente y, finalmente, dio un paso hacia mi.
-Ha pasado mucho tiempo.- musité saliendo de la oscuridad, dejándome entrever por una estela de luz que entraba por la ventana.
Tenía los ojos muy abiertos y el cuerpo tenso, de golpe dió otro paso pero noté que era incapaz de moverse del todo. Su respiración cada vez era más rápida, su mirada cada vez parecía temblar más.
-Tú...-farfulló.
-Veo que te alegras tanto como yo de vernos de nuevo...- ironicé llevando una mano a su rostro, acariciándolo.
-No me toques.-espetó, a pesar de sus palabras no hizo ni el más mínimo gesto para que me apartase.
Sonreí, no podía evitar hacerlo además de una manera triunfante. Aunque no quisiera, sucumbía ante mi.
-No digas eso... Zero, tú, me perteneces.- le susurré al oído.
-No digas tonterías.-gruñió, a pesar de que su tono de voz era áspero y algo duro, continuaba sin presentar resistencia física.
-No es una tontería.- aclaré. -Es así, desde aquel día, eres mío.-
-¿A qué has venido?-su respiración se aceleró, mientras clavaba sus ojos en mi inquisitivamente.- Podría... ... matarte.
No pude evitar reír al escucharle.
-¿Matarme?- repetí con un tono irónico. -No puedes hacerme daño.- continué diciendo, acercándome aún más a él.
Podía notar su respiración, bastante agitada, y el brillo de sus ojos, que no dejaban de mirarme.
Giró el rostro, apretando los dientes mientras evitaba mirarme. Su cuerpo no me rechazaba en absoluto.
-Lo haré.-sentenció.
-Adelante.- le desafié divertida, obligándole a mirarme, sujetando su barbilla y girándola suavemente hacia a mi.
Hizo un movimiento rápido y su pistola de pronto estaba apoyada en mi cabeza, su respiración cada vez era más agitada hasta que de pronto cerró los ojos. Su mano tembló y de golpe, cayó al suelo de rodillas.
Me dejé caer junto a el y apoyé una mano sobre su cabeza.
-Zero... es inútil, son lazos muy fuertes los que nos unen, mi sangre corre por tus venas.- musité quitándole la pistola.
-¡Dame esa pistola!-Gritó, haciendo tal movimiento que dejó su cara justo delante de la mía.
Coloqué ambas manos sujetando su rostro, y cuando fijó sus ojos en los míos, le besé.
Cuando me separé suavemente de él, me estaba mirando a los ojos con rabia. Su mirada estaba cargada de impotencia.
-¿Por qué has venido?-gruñó.
-Sentí tu presencia, y no podía evitar venir. Quería saber cómo estabas... y ya veo que muy bien.- respondí sonriendo, aprovechando la ocasión para mostrarle mis colmillos, aquellos que habían mordido su precioso cuello tiempo atrás.
-Te mataré.-masculló, cerrando los ojos fuertemente. Algo le dolía.
-¿Te sientes mal, Zero? ¿Necesitas... alimento?-
-Nunca me alimentaría.-Gruñió.- ¡¡¡NUNCA MÁS!!!
-Sí que lo harás.- me insinué, colocando mi pelo a un pelo, dejándole a simple vista, mi cuello.
Giró el cuello, entrecerrando los ojos, negándose.
-No niegues tu propio ser, el instinto de tu naturaleza, no durarás mucho si continúas así.- sentencié tumbándome delante suya, aún dejándole ver mi cuello.
Agachó la cabeza, con la respiración muy rápida y aún con los ojos cerrados. Negó una, dos veces y noté como comenzaba a temblar.
-¡¡Jamás!!-Chilló.
Al ver su negativa, decidí provocarle, obligarle a hacerlo. Acerqué un dedo a mi cuello, y lo corté ligeramente, haciendo brotar unas gotas de mi sangre. Luego avancé hasta él, y coloqué mi cuello cerca de sus labios.
-Hazlo.- susurré.
Retrocedió torpemente, aún con los ojos cerrados pero podía oler la sangre, yo sé que podía olerla. Mordió levemente su labio inferior y negó con la cabeza bruscamente.
Me acerqué a él a gatas, y acerqué uno de mis dedos a mi cuello, mojándolo de sangre. Luego lo pasé por sus labios, rápidamente, sin que le diera tiempo a evitarlo.
Abrí bruscamente los ojos, ahora de un color rojo casi como mi sangre. Se relamió los labios por un momento, pero al darse cuenta de lo que había hecho negó con la cabeza.
-¡Ya basta!-Ordenó, furioso.
-No lo haré, necesitas mi sangre... si la bebes, te harás aún más fuerte y resistente contra ese instinto que te está matando... vamos Zero, no te niegues más y prueba mi sangre.-
-Nunca beberé sangre.-gruñó, apartándose de mi. Aún quedaba sangre en sus labios, por lo que de vez en cuando abría la boca pero luego la cerraba bruscamente.
Hice una mueca y sonreí, enseñando de nuevo mis afilados colmillos en todo su esplendor.
-Muy bien, entonces devuélvemela.- diciendo esto, le besé de nuevo, y succioné la sangre que quedaba en sus labios.
Acto seguido me separé, y me puse en pie.
Se limpió la boca con la manga de su camisa y me miró, fijamente. No podía levantarse, pero en sus ojos había una rabia que no era capaz de describir fácilmente.
-¡NO VUELVAS!-Gritó.
-Nos volveremos a ver Zero, pero creo que la próxima vez no seré yo quien vaya en tu busca...- inquirí, dirigiéndome a su ventana para salir de allí. -Ya has probado mi sangre, sabrás dónde encontrarme.-
Y diciendo esto salté a la calle, y desaparecí adentrándome en la oscuridad que invadía la ciudad.
Hasta pronto... Zero.
*OUT* Aqui ta mi post de Ginebra, que hacia tanto que no aparecia, gracias a mi flufli!! *-* *OUT*
Yuna
maldijo la ciudad a las
4:14 p. m.
26.9.08
Aún continuaba allí... en la casa de Serus, atada a la cama, si poder defenderme... yo, una caza-vampiros...
Serus era un vampiro, pero... por alguna razón yo no podía evitar sentirme atraída por él.
Fuera como fuese tenía que irme de allí. Lo pensé con detenimiento, no era fácil engañarle, pero lo intenté y por un momento pensé que lo había conseguido. Me hice la dormida, y él me desató, entonces aproveché para huir, pero él era mucho más rápido que yo y consiguió alcanzarme, inmovilizándome.
Comenzamos a discutir, y arrastrada por un impulso le besé. Luego sonreí, de una manera que hasta a mi me resultó extraña. Él me miró fijamente, sin decir nada, no se esperaba aquel beso...
Yo seguía con la vista fija en otro lado, pero a veces de reojo le miraba, porque me observaba fijamente. Entonces Serus se fue acercando a mí, y se me empezó a acelerar el corazón... Me puse nerviosa, pero no podía hacer nada contra él. Entonces no lo resistí más y giré la cabeza para mirarle, quería mirarle... Tenía algo, no sabía qué era, me atraía mucho, así que por un momento dejé de pensar en que era un vampiro, y me quedé aturdida mientras le miraba.
-Tienes unos ojos preciosos... - Farfulló, mientras sus manos empezaban a tocarme la cintura. Me estremeció, aunque me gustaba, lo hacía suavemente, era distinto... Entonces sus manos empezaron a subir por mi vientre, y cuando alcanzó mis pechos, no pude evitar soltar un gemido de placer, y él se sorprendió, no sabía muy bien si le iba a gustar la idea.
Entrecerré los ojos, y cogí sus manos con suavidad, entrelazándo mis manos con las suyas.
-Serus no...- susurré cerrando los ojos.
Él se acercó aún más a mí... Yo estaba muy nerviosa, pero el apoyó su frente con la mía, y rozó mis labios con los suyos... Me tranquilicé mucho...
-No entiendo porque me dices eso... El gemido de antes no me insinuó lo mismo... - Me susurró en el oído.
-Eres un vampiro, y yo una caza-vampiros. Esto no puede ser.- musité con un tono algo distante.
-Sé que te gustaría hacerlo... Así que no me vengas con esas... - Me dijo con ternura, y a la vez con firmeza. Entonces puso sus manos contra las mías sobre el suelo, y bajó su cabeza mientras me besaba el cuello... Dejó ver sus colmillos, como yendo a morderme, pero yo estaba imbuida por una sensación cálida, algo que no había sentido nunca, me sentía confusa, y a la vez segura... Sabía, en el fondo, que el no sería capaz de morderme...
Me dejé llevar por un momento, olvidando nuestra situación, y dejé de intentar soltarme. Noté cómo entonces liberaba mis manos. Rodeé su cuello, y le aferré a mi. Realmente lo deseaba, pero de nuevo volvió aquel sentimiento de culpabilidad a mi cabeza. Él no era humano, y además, su raza siempre había sido mi enemiga. ¿Por qué con el debía ser distinto?
Aún con estos pensamientos no le detuve...
Me cogió en brazos y me llevó a su habitación, sin decir nada. Me dejó caer suavemente en su cama, y se puso encima de mí, cogiéndome las piernas y abriéndomelas lentamente.
-Serus, no... Qué vergüenza... - Musité mirando hacia otro lado, ruborizándome.
-No sé porqué tienes que avergonzarte - Dijo, mientras me quitaba la camiseta.
A pesar de todo, no le detuve.
Poco después me encontraba en ropa interior, no podía dejar de sentir vergüenza, y me era imposible mirarle.
Cuando me di cuenta, él ya estaba desnudo, me cogió por el mentón y me giró la cara lentamente. Yo no podía mirarle a la cara, así que desplacé mis pupilas a un lado.
-¿Por qué no quieres mirarme? - Inquirió.
-Me da mucha vergüenza... - Susurré, entrecortada.
Había llegado la hora. Y lo sabía, pero no me daba cuenta de todo lo que me iba a gustar. Se puso entre mis piernas, abriéndomelas, y deslizó mis bragas hacia abajo, quitándomelas. Me ruboricé, y empecé a sentir sus dedos tocándome... Cerré los ojos con fuerza, y me estremecí levemente, aunque me costara negarlo, le deseaba... Deseaba que siguiera, que no parara nunca.
-¿Te das cuenta de lo excitada que estás? - Me dijo con una sonrisa.
Yo también sonreí, y por un momento fui capaz de mirarle. Le hice hacia mi, pegándole todo lo que pude a mi cuerpo, y coloqué mis piernas sobre su espalda.
Me miró algo atónito, no se esperaba que reaccionara así, ni siquiera yo lo esperaba, había perdido la cordura, y ahora sólo deseaba que me hiciera suya.
Podía notar el calor que desprendía su cuerpo. Estaba muy cómoda en ese instante, sin pensar en quién era realmente, y cuál era mi deber... Fue entonces cuando lo sentí... Me cogió un poco de sorpresa, pero al poco empecé a sentir cómo me penetraba... Y también lo muchísimo que me estaba gustando.
Clavé mis uñas en su espalda, y noté como gruñó ligeramente, mostrando nuevamente sus colmillos. Hice la cabeza hacia atrás, y cerré los ojos, notando cómo el ritmo cada vez era más rápido. Su pelo rozaba mi cara, y sus ojos habían cambiado de color. Ahora eran... ¿rojos? Ahora me miraba de forma diferente.
Lo sentí algo raro, estaba extraño...Pero aún así, el ritmo aumentaba paulatinamente, y a mí me gustaba cada vez más... No podía pensar en nada más, el placer nublaba mis pensamientos.
De repente noté que se acercaba a mi cuello, y apartaba mi pelo de éste. Comenzó a besarlo, y sin esperarlo, sentí que clavaba ligeramente sus colmillos.
-¡¿Qué... haces?!- pregunté entre jadeos.
No me contestó, noté que los clavaba aún más y seguidamente comenzó a beber mi sangre. Sentí cómo succionaba mi sangre, aquella sensación mezclada con el placer que me estaba haciendo sentir era muy extraña, pero no quería que se detuviera... a pesar de que comencé a perder fuerzas...
De repente se le empezaron a cambiar de color los ojos, volviendo a su color original, y dejó de morderme. Entonces paró.
-Lo... siento. - Dijo con voz entrecortada.
Me sentía agotada... apenas podía mantener mi mirada fija en él. Toqué mi cuello, y miré mi mano, estaba llena de sangre... de mi sangre.
-¿Por qué lo has hecho?- dije en un hilo de voz.
-Lo necesitaba... - Dijo mientras se acercaba a mi. Yo me retiré x instinto, y él se paró. Volvió a acercarse a mí, más lentamente, y yo me relajé... Me rodeó con sus brazos, y me apretó contra él, y volvió a disculparse...
-Tengo que... irme.- dije secamente, apartándole de mi.
Me levanté, me vestí, y me limpié con agua la sangre que aún salía de mi cuello.
Al entrar en el baño, evité mirarme en el espejo, prefería no verme las marcas de sus colmillos en mi cuello. Salí, y cogí mi bolso, luego me dirigí hacia la puerta.
Allí estaba él, apoyado, también vestido. Tenía la cabeza gacha y sus cabellos cubrían su rostro.
Tomé el pomo de la puerta, y la abrí, él la cerró de golpe.
Le miré y aún permanecía en la misma posición.
-Déjame curarte.- musitó.
Me cogió por la cintura, y me hizo hacia él, inmediatamente llevó mi cuello hacia su boca, y lo besó, pero de una manera algo extraña. Sentía como el dolor desaparecía muy lentamente. Tras varios segundos, se apartó de mi, y me abrió la puerta.
-Será mejor que no volvamos a vernos.- sentenció.
-Sí... será mejor.- afirmé saliendo de allí.
Realmente no decía lo que sentía. Él me había mordido... había sido suya... ¿qué me está pasando? He traicionado mis principios, he traicionado mi lealtad en Exortampire.
Sea como sea, no debo volver a verle, o me veré obligada entonces, a matarle... y... realmente... no sé si seré capaz...
*OUT* Gracias a Blooder por rolear!! a ver si esto se reactiva!! kiss!! ^^ *OUT*
Shana
maldijo la ciudad a las
5:32 p. m.